Cuento del burro y el marrano
Hubo una vez un burro que no le habían dado de comer y le dio mucha hambre.
Se desató y fue a la puerta de donde está encerrado el marrano
y comió la hierba que ya no comió el marrano.
Y el marrano dijo:
- ¿Por qué tú trabajas mucho y no te dan de comer bien y
nosotros que no trabajamos mucho comemos muy bien y nos bañamos a cada rato?
Después el burro dijo:
-Si es cierto que yo trabajo mucho y hay días que no tomo ni agua,
pero yo viviré más tiempo que ustedes.
Después el marrano preguntó:
¿Por qué nosotros no viviremos mucho? ¿Cómo sabes eso?
Y el burro habló otra vez y dijo:
-Sí, yo lo sé, porque hoy trajimos mezotes para que los hiervan a ustedes,
porque mañana los van a matar, a ti, al guajolote y al borrego,
porque mañana se casa uno de los hijos de nuestro amo.
Y esto fue lo que escuchó el marrano y se espantó mucho.
Y después el marrano le dijo al guajolote y al borrego:
-¿Qué vamos a hacer ahora?,
porque mañana nos van a matar porque se casa el hijo de nuestro amo.
Porque el burro cargó el mezote que trajeron para que nos hiervan mañana.
Y después el borrego y el guajolote dijeron:
-Será mejor que hoy en la tarde nos escapemos.
Y el marrano dijo:
-Sí, será mejor que hoy escapemos,
pero yo estoy muy gordo y no puedo abrir mi corral.
Y el borrego contestó y dijo:
-Nosotros abriremos tu corral y escaparemos rápidamente.
Y el marrano contestó:
-Está bien:
Y deveras, oscureciéndose la gente vino a ver a los animales y dijeron:
-Mañana mataremos al marrano, al borrego y al guajolote.
Y los animales escucharon eso y se asustaron más.
Y como a media noche salió el borrego y le dijo al guajolote:
-Ahora sí, hay que abrir el corral del marrano y escapemos todos.
Y cierto, abrieron el corral del marrano.
Y el marrano salió y escaparon.
Y al amanecer los que iban a matar los animales fueron a verlos, pero ya no estaban.
Y luego los que iban a matar los animales dijeron a los demás:
-Cuales son los animales que vamos a matar, porque no hay ni un animal.
E inmediatamente los demás fueron a ver y de verdad ya no estaban los animales.
Después siguieron las huellas de los animales.
Pero los animales se fueron al cerro y ya no los encontraron.
Luego se regresaron a sus casas y ya no tuvieron fiesta.
Y allá en el cerro los animales les daba mucho miedo porque gritaba el coyote,
por eso los animales hicieron un plan. Y el borrego le dijo al guajolote:
-Tu duerme arriba en los árboles y cuando veas venir al coyote grítanos fuerte.
Y el guajolote dijo:
-Sí, está bien.
Y cierto cuando venia el coyote el guajolote decía:
― Gordo, gordo, gordo, gordo.
Y el borrego esturnudaba y le pegaba la tierra con su pata.
Y el marrano rugía fuertemente.
Y así escuchaba el coyote y se espantaba y ya no se acercaba.
Y esto lo hacian hasta que se cumplieron dos meses.
Luego el guajolote dijo:
―Ahora si ya vamonos ya no nos van a matar,
es mejor que regresemos con ellos otra vez.
Y deberas, pasaron dos meses, y despues en una noche regresaron a su casa.
Y cuando amaneció ya estaban allí. Luego los dueños los vieron y se alegraron mucho.
Y dijeron: ―¡Regresaron nuestros animales! Ahora sí, ya no diremos que los vamos a matar.
Es mejor que se hagan muchos y luego los vamos a vender.
Y ciertamente les dieron de comer bien y estuvieron en su casa.
Y así termina el cuento del marrano y el burro.